He aquí la cuestión. Publicidad. ¿Pagar o no pagar?
Como en el soliloquio de Shakespeare, Hamlet, seguro que se te ha presentado este proceso mental de indecisión o duda. ¿Merece la pena pagar por ofertar tus servicios? ¿Sale rentable dedicar una parte de tus ingresos para posicionar tus productos?
A grandes rasgos te adelanto que sí, que compensa, pero teniendo en cuenta un par de factores.
Identifica tu canal apropiado
Tienes que tener en cuenta que no todos los canales de difusión son apropiados para tu marca. ¿Tiene sentido mostrarte en el cartel de las fiestas de tu pueblo si tu cliente (que a estas alturas ya debes tener identificado) te compra desde Australia?
Usa el sentido común, analiza dónde está tu público y ve probando. Será en la tele, en la radio, en algunas redes sociales, en el servilletero de un bar… ¡quién sabe!
Define tu objetivo
Una vez que hayas encontrado a tu público… define bien qué es lo que quieres conseguir. ¿Quieres que la gente te conozca? ¿Deseas enseñar un servicio concreto que hiciste el pasado fin de semana? ¿Te mueres por ganar más seguidores en tu red social?
Esta parte es fundamental. Traza un buen plan de acción antes de empezar a gastar dinero. Así conseguirás precisamente lo que buscas y no malgastarás ni un solo euro (que cuesta mucho ganarlos) dando «cañonazos» sin ton ni son.
Marca un fijo mensual
Establece un presupuesto de tus ingresos (o de tu línea de crédito si es que aún no los tienes) y no te salgas de ahí. No caigas en el error de gastar más de lo planificado.
Te aseguro que es muy tentador doblar el gasto en una publicidad concreta cuando ves que funciona. Pero, por desgracia, no siempre se retorna en la misma proporción que aumentas la inversión.
Como ves, esto no es una ciencia exacta. Requiere de algo de tiempo y de ensayo-error. Yo, para dar a conocer mis fotografías, tengo muy en cuenta estas 3 cositas: identificar el canal, definir el objetivo y marcar un presupuesto mensual. ¡Aplícalo tú también! Verás cómo consigues dar un empujoncito a tu negocio.