En realidad, cuando digo que empiezas a comunicarte, me refiero a que has empezado a hacerlo de forma consciente. Aparte de tus alaridos nocturnos, quejidos y lamentos reclamando un poco de teta o un cambio de pañal; llevas unos días emitiendo sonidos guturales.
Lo digo porque suenan como rudos, broncos, y, obviamente, ininteligibles.
Al principio, lo hacías sin mayor afán que el de experimentar con tus cuerdas vocales, pero, ahora, creo que te has pasado a la liga del «acción-reacción».
Empiezas a comunicarte
Es muy emocionante. Llevo tres meses, más los del embarazo, acribillándote con información. En la barriga: que si te leía cuentos, que si te ponía música, que si te hablaba. Luego, en el exterior: que si te enseñaba la lengua, que si te hacía ruiditos, que si te tarareaba el nuevo álbum de «El Twanguero».
Esta hiperestimulación, muy recomendada por cierto, ha hecho de ti una excepcional comunicadora. Ya no sólo me buscas para que mamá te dé de comer, quieres música, quieres que te haga cosquillas y quieres que pase tiempo contigo.
No paras hasta que lo consigues
Sin duda, no paras de «hablar» hasta que logras tu propósito. Reconozco que aún me cuesta un poco identificar tu nuevas solicitudes. ¡Son tantas!
Lo noto porque apartas la mirada. Como si no fuera contigo la cosa. Y vuelves a la carga, desplegando tu repertorio de jilguero ronco y trasnochado, hasta que lo consigues.
Imagino que será frustrante que no te entiendan. Pero tranquila, he leído que, en las próximas semanas, irás desarrollando tus capacidades comunicativas, «afinarás» un poco la voz y la acompañarás de gestos solícitos hasta que te hagas entender.
En este momento me están empezando a llegar tus reclamos por el pasillo. Pero estos sí los tengo bien identificados: quieres que pare de escribir y que empiece a cantar. ¡Vamos allá!