Cuando des el salto… ¡usa siempre paracaídas! Hay que tener los riesgos controlados, aunque solo sea un poco, para que los daños sean los menos posibles. Emprender no es un juego de fortuna. Requiere de planificación, de mucho esfuerzo y análisis de riesgos.
He recibido mensajes estas semanas superilusionantes. De unas mamás que están a puntito de dejarlo todo para empezar con sus negocios. De otras que dedicarán un hueco de su tiempo libre para desarrollar un proyecto a tiempo parcial. Todas comparten ilusiones (una de ellas es conciliar su trabajo con sus maternidades), pero, sobre todo, comparten miedos. Y uno de ellos es cómo dar el salto «al vacío».
Aunque ya les he contestado por privado, quiero darles ánimo públicamente con este post. ¡Vamos chicas!
El salto
Cada una tiene una historia detrás. Bien por el tipo de negocio: euros a invertir, empleados a contratar, alquileres que pagar… O bien por el respaldo económico: tienes (o no) ahorros, hay un sueldo fijo (o no) de tu pareja o vives (todavía) en casa de tus padres.
Sin duda alguna definirá el diámetro de tu paracaídas y hará que el salto sea más o menos arriesgado (y placentero). Esto no es nuevo para nadie, pero sí te digo que los que más seguros se sienten, al final, toman demasiados riesgos.
Un buen colchón
El consejo que te dan la mayoría de gestores es que te esperes al tercer año para decidir si seguir o no con tu negocio. ¡Tres años! Todo un mundo si es tu única fuente de ingresos.
Pero es cierto. Es el plazo medio que se tarda en conseguir una buena cartera de clientes, en que te conozcan y en que puedas ir compensando tus gastos. Tu idea puede que empiece a facturar miles de euros al tercer mes, pero, en el 99% de los casos, habrá que esperar.
Por eso, si no tienes más respaldo que tu mente emprendedora, lo recomendable es que tengas un colchón que te permita subsistir 6 meses sin ningún tipo de ingreso. Ponte en modo ECO, anula gastos superfluos y ahorra todo lo que puedas.
Tomártelo en serio
Todos empezamos subiendo una foto a 500px. Puede que publicando un osito de peluche en Instagram. O, tal vez, haciéndole unos apaños a la web de tu cuñada. Pero el salto implica tomártelo en serio. Si no evolucionas te quedarás estancada. Seguirá siendo una afición, un pasatiempo.
Date de alta en la Seguridad Social, alquila un local, cobra por lo que haces, anuncia que diseñas páginas web o que eres correctora de estilo de blogs (¡yo que sé!)… Y te estarás diciendo a ti misma que esto va en serio y que ya no hay marcha atrás. Habrás dado el salto y ya solo te quedará empezar a ganar clientes.